NO PONDRÁS BOZAL AL BUEY QUE TRILLA

1

Cristo me envía a su pueblo para anunciarle. Esta es la MISIÓN. Necesita Él de heraldo que lo proclame, que anuncie su LLEGADA, y dé a conocer SUS NUEVAS.
Esto es lo que hago, de modo que se me escuche, porque no hablo yo, sino Cristo habla en mí, y lo que digo, él lo dice.

Costoso es para algunos abrir los oídos, porque prefieren recurrir a "las acústicas de siempre" y ya los cierran, y esto eligen, de modo que se hace difícil la proclama; y ya comprendo que prefieren quedarse con "lo viejo", sin adquirir "la tierra nueva y el cielo nuevo", prometidos. Se apartan ellos...¿qué puedo decir?

He dicho muchas cosas, bellas cosas... He abierto del todo las promesas, he dejado correr el Agua Viva, y prosigo, pero ya es verdad que poco espero lograr en la casa que corre a despeñarse y se acoge a la ruina. 
Dejar de decir "lo que conozco" no es posible, pues como Pablo dice, digo: 

"Prefiero morir antes que verme privado de este glorioso título. Porque si predico el evangelio, no tengo de qué sentir orgullo, es mi obligación hacerlo. Pues ¡ay de mi si no evangelizare!"   (1Cor. 9,16)
Respecto a encontrar los que me oigan, Cristo lo hará... Dejará de lado a los tibios; apartará  los inicuos; oscurecerá la mente de los hipócritas; y cegará la visión de los soberbios. 

Escogerá para sí a su pueblo, los que le buscan con hambre y con sed; los que se mantienen firmes a la espera de su llegada; los que creen y confían en sus promesas; los que no vacilan a la hora de agradarle a él, y en ello me reciben y me escuchan. Estos serán ya suyos para siempre, y él será su Guardián, estén seguros de verlo.

Declaro pues,  con toda solemnidad al Señor, Dios nuestro, altísimo Jesucristo, cuya gloria está esperando ser reconocida por los hombres de esta generación, los cuales LO contemplarán.

Se manifestará a los que le sirven acogiendo lo que digo, LAS NUEVAS que detallan los últimos cumplimientos. Aquello que los fieles han de adquirir en este CAMINO cuyo fin dará para la humanidad LA SALVACIÓN y el establecimiento del Reino.

No explico yo una religión nueva; no trato de apartar a la Iglesia, constituída en Cristo, administrada por "Pedro", sino que trato de darle continuidad según los designios últimos, manifestados por Jesucristo. Y, pues corresponde a Él ser su SUMO SACERDOTE ETERNO, y principio y fin de todas las cosas creadas, abro el portón de lo desconocido por los hombres, sean Iglesia, con AQUELLO que me cabe conocer, y está dispuesto para estos tiempos, denominados "OMEGA" ( Apc. 1,8), en los cuales tendrán lugar los cumplimientos definitivos del REINO, cuales son: El advenimiento de Jesucristo de nuevo, y el juicio. Tras los cuales sucesos, será establecido el Reino.

Si los hombres no anunciasen lo que saben, la humanidad hubiese sucumbido hace tiempo; pero es en virtud de la sabiduría que unos alcanzan, y muchos enseñan, como el ser humano va adquiriendo capacidad mayor para encararse a la vida y a su progreso.

Así que de nuevo me cabe esgrimir la razón que me lleva a publicar estas cosas, de modo que los hombres CONOZCAN a Jesucristo, lo amen, y LO ESPEREN con la seguridad de tener ante sí un amanecer nuevo y fecundo. Esto es verdadero.

Cristo los convoca a todos. Hace un llamamiento a la conversión. Los invita a disponerse a Él, a recibirle como Esposo, a hacerse partícipes Consigo en el banquete del Reino. De esto hablaré esencialmente en este artículo.

Estas instancias suyas no las desconoce la Iglesia de Roma, pero se excusa o se reserva, como aquellos invitados que "siendo amigos", no quisieron responder. (Lc. 14,15-24)

De estos así, se duele el Señor, cuando proclama (Lc. 13,34-35):

"¡Jerusalén, Jerusalén! que matas a tus profetas y apedreas a los que te son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos como una gallina a sus polluelos bajo las alas, y no has querido! Sabed que vuestra casa se queda abandonada. Y yo os digo que ya no me veréis hasta que llegue el momento en que digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor."

Esto está sucediendo también AHORA. Espera el Señor ser RECONOCIDO cuando llegue, pero los hijos de la Iglesia obran como los hijos del mundo: sin fe. (La mayoría, es verdad que carecen de información al respecto, por más que los que han recibido "estas NOTICIAS" se comportan como ciegos y sordos, y así es posible que permanezcan).
 
No verán al Señor, hasta que LO AFIRMEN Y PROCLAMEN como "BENDITO". Hasta que alcen la voz con fe, sin temor, poniendo el acento de su voluntad entregada EN EL SEÑOR QUE VIENE de nuevo  la tierra.
¿Cuántas más instancias necesitarán para entenderlo? 

Si bien, el Señor les indica lo que se deriva de su torpeza: Lc. 13 "La higuera" improductiva, a la que Él ha cuidado con esmero y ha protegido, desde hace ya dos mil diez años, no será mantenida eternamente, en medio de la ingratitud con la que se muestra a su Dueño. 
Si no CAMBIA, si permanece sin dar frutos de conversión, será cortada.

¿Y qué frutos de conversión son necesarios, para resultar agradable a quien la sostiene y la levanta? 
Son aquellos que surten por la FE verdadera y por el sincero AMOR a Jesús.

La Iglesia actual ("higuera") responde al Señor en modo ingrato y según el ejemplo. Porque no lo espera, y en ello desatiende del todo sus instancias, dejando de dar los frutos que pudiesen derivarse de "esta espera". Se olvida de la necesidad de Amor que tiene su Dueño, del HAMBRE que padece, de modo que alimento no halla. Y desatiende "los llamamientos" continuos del VIÑADOR (Jesucristo), que enviándome hasta ella, con todo cuanto precisa para su RENUEVO, quisiera rescatarla.

Por tal razón "se precipita". "La deja el Señor abandonada". Invierte Él los términos, y la condena a padecer HAMBRE Y SED. Se retira, porque "los suyos" ya han elegido "otros amos" y no le hacen preciso. 
Ahora que Él se muestra lo que halla a sus múltiples instancias es INGRATITUD  e INDIFERENCIA.

De este modo, no podrá Él abrigarla, como la gallina a los polluelos, cuando el desastre acontezca. Cuando otros la asalten y la invadan hasta dejarla "desierta" (Lc. 19, 41-44)  (Ver en este Blog el artículo: "VISIONES PROFÉTICAS: AVISOS YA CUMPLIDOS").

Me corresponde proceder a estos anuncios, elevar mi voz que proclama los sucesos escondidos, en primer lugar como "enviada", porque es esa mi misión, pero además debo hacerlo por el vacío que el Señor halla en su pueblo, ya que no careciendo de personas consagradas, estas mismas le privan de ejercer PROCLAMACIÓN, por un mal entendido sentido de la obediencia, que lo tienen rendido a "un hombre", no a Dios (Ver artículo, inserto en el Blog: "AÑO SACERDOTAL").


Desea Jesús que su pueblo pueda tener CONOCIMIENTO de todo cuanto está ahora Él manifestando y es revelación.
Es por ello que desde este barómetro de URGENCIA que yo sí veo, levanto mi voz, para requerir a los fieles todos, que conforman "el Cuerpo", según lo que me cabe conocer en ellos y en Jesús.


¿POR QUÉ..?

Porque están dormidos y ausentes de todo cuanto Cristo realiza y prepara. La mayor parte de ellos tienen las aceiteras vacías del sentido de la gracia que habría de llenarlas. 
Como las vírgenes de la parábola, se han desentendido de esperar al ESPOSO, y ahora que llega, las hallará desprovistas.

Les requiero yo, en el Nombre de Jesucristo, a revisarse y revisar cuanto hacen, cuanto piensan; su fe, su situación personal y espiritual profunda... Es ya LA HORA.

Existen modos amplios en la concepción de lo que estiman y habrán de reajustar sus mentes, sus corazones, su fe...
Como exhortó Pablo a los gálatas, me atrevo, pues también los cristianos de nuestro tiempo, han perdido de vista sumidos en "lo ancho", el rumbo de la salvación. (Gal. 3, 1-5)

Se hace URGENTE en esta hora el discernimiento. Es tiempo de mirar en dos direcciones: hacia Jesucristo y también hacia sí mismos. El creyente necesita CONOCER lo que Cristo está avisando a las Iglesias y tomar posición al respecto, porque vendrá sin que lo piense, ni lo reconozca, llegará "como el ladrón", y tendrán que entenderse ambos, de Espíritu a espíritu.

Mas... ¿dónde está el espíritu del que dice creer? ¿En quien está puesto y en qué? ¿Quién le está revelando lo escatológico? Este CREYENTE actual, ignora todo lo ÚLTIMO.
Y cuando Cristo se le ponga delante, o cuando le escuche, hablar según lo OMEGA, ¿sabrá entenderlo, o estará ya tan lejos de su venida, tan en "lo ALFA", que le resultará un impostor, un advenedizo?

La política de la Iglesia -digo política que no religión- no está en estos momentos dispuesta a informar a los fieles de aquellas cosas NUEVAS que no conocen. Persiste en mantenerse en el cenáculo, junto a los once, que vieron al Señor resucitado, sin querer avanzar hacia el encuentro con el Señor AHORA. De este modo  priva al pueblo de Dios, de encontrarse con Jesucristo OMEGA. 

Por eso este pueblo debe discernir, VALORAR... ¿Desea estar con los políticos de la Iglesia, o con Jesucristo, su Pastor y Señor? Porque si los que gobiernan prosiguen aferrados a "lo ALFA", sin querer abrir la puerta a Jesucristo, en su Segunda Venida, ¿Qué hará este pueblo? ¿Se mantendrá junto a "los ciegos y sordos", o junto al Señor que se presenta?

Está dándoles la OPORTUNIDAD a todos para que LO CONOZCAN, antes de que tengan lugar los cumplimientos. Y consiste:

1. En tener FE. Esto es confiar en lo que está revelando. Hacer como Abrahán hizo (Gal. 3,8-12), el cual se dejó conducir por el Señor; le obedeció con total fidelidad y soportó la prueba: dejando su tierra, por la promesa que el Señor le hacía. 

También ahora ESTE PUEBLO debe dejarse conducir por el Señor, y serle fiel en la total obediencia, sea que haya de soportar como Abrahán la prueba que consiste en "permanecer con fe en la promesa", en medio de los otros cumplimientos que también sucederán, porque están escritos.

Creer es FIARSE; confiar en... El Señor está hablando a su pueblo HOY. Yo sé y acredito lo que está diciendo. De modo, que aunque parezca un atrevimiento por mi parte, el que quiera llegar hasta Él y saberle CONOCER, habrá de confiar en mi y en lo que le digo. 
No ha de tener ningún temor, porque el Señor se me aparece como a Pablo y me instruye en modo constante, con todo aquello que debe conocer su pueblo. Mas aún, quien a mi viniere, tendrá del todo su favor, porque LE RECIBE y en ello LE OBEDECE ya que Él ME MANDA.

2. Quien se aproxime  por todo lo que de Él le llego a decir, estará procediendo a sus instancias, con las cuales "los invita a la CONVERSIÓN". 
Estos que crean, como Abrahán, están ya concediendo sus voluntades y sus corazones al MISTERIO y no serán defraudados. Emprenderán el camino hacia "una tierra nueva", la que nace de la promesa.

En este CAMINO que inician, sentirán sobre sí, el llamamiento del Señor y lo comprenderán. Se abrirán sus mentes y su espíritu, por la acción del Espíritu Santo. Poco a poco, se irán sintiendo transformados, atravesados por el AMOR, que en ellos deposita Jesús mismo.

En la Iglesia, los consagrados también debieran ponerse en CAMINO y optar a ser RENOVADOS  por Cristo. Pero creo que no harán nada, tal y como están... Yo he avisado; les he dicho... Cristo ha tratado de pasar adentro; mas no se lo han consentido.

La CONVERSIÓN que Cristo demanda solo puede hacerse en Cristo o desde Él. No sucederá desde los hombres, ni por sus afanes o sus palabras. Es un don del Espíritu, para el que hace falta en principio RECONOCER AL SEÑOR, según "su modo de manifestarse". (Según aquello que está haciendo Él ahora).

Ahora quiere Él que se le reconozca en todo lo que me transmite y me "habla con su propia Voz" (su Verbo). Y nadie puede poner otra manera para "entrar a encontrarle". 
Y quiere que sea así, porque en ello los creyentes demuestran su FE. Pone delante del CAMINO QUE ÉL ABRE, y los que quieren hallarle, han de penetrar por él. Como hizo Abrahán. Lo cual también se constituye  prueba.

La Iglesia se ha acostumbrado -costumbre más que fe- a mirar hacia "lo ALFA", y sólo contempla al Señor en los tiempos pasados. De este modo su FE no se renueva, ni halla en ella el Señor, el sometimiento preciso, por el cual reconoce su fe.

Pero estamos en los tiempos del fin, en el trayecto último; desvela  Él, "LO OMEGA" y pulsa en los fieles de su pueblo la FE que defienden, la que llevan. Los prueba: ¿Hasta qué punto lo creen? ¿Acogen a "su enviada" como entonces acogieron a Juan Bautista, cuando vino Él, de primeras?  Trato de  abrir "su CAMINO", de allanarle las sendas... pero, ¿quiénes creen y se  disponen conmigo a allanarlas? ¿cuántos lo esperan?
Llegará Él y sucederá aquel interrogante que sabemos: 

" ¿Pero el hijo del hombre, cuando venga, hallará fe en la tierra?"

No es lo mismo "aprender lo viejo" lo "ya sucedido", que creer en las promesas, que hizo Abrahán, y que ahora nos insta a hacer... Porque creer lo anterior, es APRENDIZAJE y se realiza sin esfuerzo, y sin riesgo, ya que "está sucedido y no admite modificación". Esta es la FE fácil de la Iglesia.

Si bien Cristo nos compromete AHORA a creer en un modo mucho mayor. Y es razonable que lo haga, porque si decimos que somos cristianos, bautizados y fieles, es porque hemos venido caminando junto a Él. Así, como quien somete el valor de sus vasallos, nos requiere y nos fuerza de modo que adherirnos a Él, suponga a sus ojos sentirnos capaces de sostenernos en la prueba.

De sobra sabemos que a lo largo de la historia de la salvación, muchos han sido probados. También nosotros, los últimos, lo seremos. Lo estamos siendo ya... Responder al requerimiento que Cristo hace para entrar a LO NUEVO  pone a su alcance la fe por la cual Él conoce que adquirirá la victoria sobre sus enemigos, desde aquellos que a su lado permanecen, sin rechazar "su misterio" (la revelación última) con amor y con fortaleza.

3. Por estos que lo siguen con fe; que se adentran en LO NUEVO sin espanto, y se mantienen a su lado con fortaleza, confiados en sus promesas,  SE DEJARÁ VER. En medio de los  últimos acontecimientos, del caos y del desastre que acontezca, no será Él un desconocido para los que han confiado en Él. (Es importante esto porque en su Casa "no saben reconocerle", ¡y se les ha dado conocer!.)

Él ilumina el espíritu de los que lo buscan y deja sumidos en la oscuridad a los que le rechazan y se alejan.

Esto tendría ya que estar realizándose en este pueblo, los pasos primeros, aquello que entraña disposición a LA CONVERSIÓN que Cristo desea. Es una labor ingente, que habría de promover "Pedro"... pero absurdamente deja correr el tiempo fijado, agota el que le queda de vida y en ello consume su propia oportunidad, y la que ha de conceder a este pueblo. 


Es un esfuerzo de comunidad, para la comunidad, porque todo en la Iglesia habrá de volverse evangelio. TODO, porque ha de aprenderse lo que Cristo proclama en estos tiempos. Y... ¿quién lo sabe conocer? Ninguno, porque "nada se ha dicho" que traspase el ámbito comunitario.  Será un esfuerzo que requiere como en lo primeros momentos de la Iglesia, muchas proclamas, muchos gestos y afanes nuevos. En verdad, un auténtico seguimiento.


¿Quiénes están decididos? Si bien, los que beban este agua, lo estarán. Si se disponen a Jesús, Él los constituirá en lo Suyo, que ahora hace nuevo. No tenga ninguno temor de acercarse y creer. Todas las promesas van a suceder ya.


Dice S. Pablo:


" Ahora bien, antes de venir la fe estábamos encerrados bajo la custodia de la ley, en espera de la fe que debía manifestarse. De suerte que la ley ha sido nuestro pedagogo hasta Cristo, para que por la fe fuéramos justificados; pero después de haber venido la fe ya no estamos bajo el pedagogo."  (Gal. 3, 23-25)


Lo que Pablo explica a los gálatas entonces, es el rompimiento con lo anterior, no porque lo anterior "no valga" o esté mal; no es eso; sino porque ha sido revocado por Dios mismo, al dar entrada a la fe, por el cumplimiento de la promesa.

Esto es: Lo que Dios instrumentó como recurso, mientras llegaba el tiempo propicio, entra en desuso por el cumplimiento que Él mismo aguardaba y había dispuesto que sucediera. Cuando la promesa ha entrado en vigor, y la fe la sustenta, ya no es precisa la ley que ignoraba ambas metas.


Pues bien, AHORA sucede lo mismo: lo que Cristo constituyó sobre "los Doce", en tanto permanecía a la diestra del Padre, tiempo necesario para que el pueblo de Dios, desarrollara la fe y aprendiera la ley (doctrina) que había Él predicado en su venida Primera, se convierte en "lo anterior", en aquella parte del camino que era necesario recorrer, para llegar a su conclusión o meta. Y es esto LO QUE HA VENIDO ENSEÑANDO LA IGLESIA, de modo que fue este el papel encomendado a "los Doce", por el Señor en su Ascensión.


Sin embargo, Él mismo, haciéndose MANIFIESTO y por virtud de su VERBO, declara concluida esta etapa, y la constituye antecedente de lo que es YA CAMINO o etapa NUEVA. 

Al proclamar Él Su Segunda Venida, da entrada a los cumplimientos de todas las promesas escatológicas, es decir: últimas. Con ello dispone a los fieles que componen su pueblo, a entrar por un trayecto desconocido, por lo que contiene de innovador, desde Cristo en lo que obra y seguirá realizando, y desde los pasos que la cristiandad debe dar en su seguimiento, hasta culminar en LA SALVACIÓN.


Aquí vuelve otra vez, como Pablo dice a los gálatas, la fe, porque nos hallamos abrazados por la promesa. ¿De qué servirá considerar lo sucedido hace dos mil años, si Cristo cuando venga lo que contemplará es LA CONVERSIÓN HECHA, según su mandato último, en la cual "conversión", habrá de hallarse ya totalmente asimilado lo anterior, y lo nuevo?. 


¿Qué estudiante consigue la titulación profesional, con sólo haber realizado los primeros cursos, si no culmina todos cuantos componen la disciplina? ¿Y quien es el Autor de la disciplina que nos salva, y cómo dispone que realicemos lo que estima conveniente?  


Vino una vez y anunció su regreso de nuevo a la tierra. Quien cumplió parte de las promesas hechas con su primera venida, y anunció a las gentes la voluntad de Dios, para la salvación, ¿dejará de cumplir las demás promesas, AHORA QUE DE NUEVO LLEGA, y dejará de anunciar a los hombres el camino que falta y será recorrido, para llegar a la meta?


No dejará Cristo sin cumplir un ápice de la ley, y los que estiman que "ya está todo concluído" "todo hecho" "el reino establecido en la Iglesia"... Los que viven despreocupados sin esperarle, sin disponerse a Él con FE, a la espera del cumplimiento de sus PROMESAS, yerran.


Así, pues yerran todos cuantos permanecen en lo ALFA como si en ello ya estuviera todo el CAMINO hecho. 


Dice el apóstol:


"Mientras el heredero es niño en nada se diferencia de un esclavo, aunque sea el dueño de todo. Está bajo tutores y administradores hasta el tiempo señalado por el Padre. Así también nosotros cuando éramos menores de edad, estábamos esclavizados bajo los elementos del mundo. Pero cuando se cumplió el tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de que recibiésemos la condición de hijos adoptivos."   ( Gal. 4,1-5)




Como el apóstol expresa, mientras se es "niño", se tiene necesidad de tutela. Y elige bien la metáfora, por cuanto "el niño" no es un ser pleno, sino quien está en fase de dearrollo y ha de ser continuamente sostenido y ayudado.


Cristo nos llama "NIÑOS" también, coincidiendo en ello con el sentido que pone S. Pablo. Así nos contempla y nos ve... Estamos necesitados de tutela, para poder adquirir la plenitud, el total desarrollo. Esta tutela la ejerce la Iglesia, y la ejerce el E. S. por vía de los sacramentos que recibimos, pues nos concede la gracia.


Pero como un niño no se queda para siempre en ese ser, sino que evoluciona hasta etapas de mayor madurez y resolución, Cristo espera que nos movamos a alcanzar la madurez espiritual necesaria para que el total desarrollo del espíritu se conceda, y entonces entremos a "ser plenos en Él".


Bien cierto es, que a estas alturas, tras dos mil diez años de su resurrección, seguimos siendo -quien más o quien menos- un pueblo de "niños", que aún no conocen lo esencial, ni entienden a Cristo y lo que espera; que aún no han adquirido sino rudimentos de gracia, y llevan muy entorpecido el camino por el que habrían de evolucionar.


La mayoría de los creyentes, vive con la fe que tuvo en los principios, poco más... y se muere con las alforjas del espíritu vacías, cuando no raquíticas, por lo muy mermadas. Pocos empiezan a llenarse y se llenan... Los más se conforman con lo que son, con lo que sienten, con el Cristo que les gusta pensar... ¡Ya está!


Llega la hora, y en ella estamos, en que hemos de ponernos a punto, según la condición heredada. Los creyentes han de asomarse a su propio ser espiritual, cultivarlo, agrandarlo hasta dotarle de un desarrollo mayor cada vez. Aquí hacen mucha labor los místicos y los santos, los cuales habiendo realizado en sus vidas la voluntad del Señor, han discurrido por la plenitud, que los constituía "perfectos", y son luces claras que orientan nuestro camino, a las que debemos contemplar, con apetencia de tutela, hasta que sepamos imitarlos.


No es de extrañar por ello que Cristo nos invite a la conversión, y sea esta de tal calibre, que nos haga crecer del todo. Que nos confiera a un estado de fe "adulto".


Pues, si el apóstol declara estas cosas, señalando como oriente del espíritu y de su desarrollo pleno, capaz de sacarnos de lo inmaduro, o lo mermado, la primera venida de Jesucristo, con cuanto mayor motivo, hemos de pensar que solicita Cristo que CAMBIEMOS ahora que ya desvela ante nosotros su final


Porque en verdad, la oportunidad de crecer, la hemos tenido durante dos milenios, pero no lo hemos hecho. Nos queda ya tan sólo pertrecharnos a reparo de ESTOS TIEMPOS ÚLTIMOS y nuevos, de manera que lleguemos a madurar del todo, con el fin que prescindir de toda tutela, y quedarnos bajo el Amor de Jesucristo. 


Los creyentes han de dejar de lado "su esclavitud", la que los confiere al pecado; y han de aprender a discernir por sí mismos, frente al MISTERIO revelado y frente a la Palabra del Señor, para ponerse en su Presencia.


Cristo LLEGA de segundas, y quedará ya todo realizado, de modo que este pueblo obtenga la madurez, capaz de clamar como Él: "¡Abba!" en el sentido de lo que es perfecto.


Si ya todo lo oculto se está desvelando y Cristo no se reserva nada que podamos conocer, ¿hemos de seguir todavía como los que "son niños", incapaces de andar solos?


LA CONVERSIÓN es una actitud biunívoca que va desde el converso al conversor y viceversa. Si Cristo nos convoca, deberá responderle cada uno ineludiblemente. Habrá de responderle sin mediar otras instancias, que las fluyen entre el Corazón de Cristo y su corazón.


Entiendan los fieles que no se convertirán por seguir los preceptos, o llamados eclesiales; o porque los consagrados se conviertan, quedando convertidos todos los demás... No es una condición que concedan los hombres, sino que la maneja el Señor, según su parecer; es algo, repito, individual.


Algo que afecta a cada uno de un modo único y personal, según aquello que estamos decididos a conceder al Señor, o que él nos requiere, como en el caso de S. Pablo.


En (Jn. 4,39-42) "la samaritana" tutela el encuentro de sus vecinos, que aún son "niños", y los lleva a encontrar al Señor, pero estos vecinos, una vez que han  hallado a Jesús, se han convertido y ya han adquirido la madurez necesaria, de modo que no precisan "tutela" de la samaritana. 
Dicen:


"Cuando llegaron los samaritanos, le rogaron que se quedara con ellos. Él se quedó allí dos días, y creyeron muchos más al oírlo. Y decían a la mujer: "No creemos ya por lo que tú nos has dicho; nosotros mismos lo hemos oído y estamos convencidos de que éste es de verdad el salvador del mundo."


Preciso se hace ahora pues ya todo se orienta hacia el final que corresponde, y Cristo otorga, que los cristianos, lo busquen con afán, donde desea él ser encontrado, y en hallándolo en el testimonio de quien les envía, ESCUCHEN su voz, como hicieron aquellos vecinos que escucharon la voz de Cristo, sus maneras, en lo que anduvo explicándoles la samaritana, primero y después Él mismo. 
Escuchen, sin cansarse a su Señor, hasta que ya su espíritu pueda valerse y entenderse con Él a solas, y sin inermediarios. Esto no excluye el culto, ni la comunidad, ni las obras comunitarias,  ni la oración conjunta. 
Porque Cristo nos concede la perfección a cada uno, y nos lleva a desarrollarla o manifestarla a su Iglesia, de manera que como S. Pablo explica cada uno  por sí y en el conjunto, dé razón ante Él, de su carisma.




2


Pablo exhortaba a los gálatas, que parecía habían olvidado su compromiso de fe y de bautismo:

" Entonces no conocíais a Dios y érais esclavos de unos dioses que no eran dioses; pero ahora que conocéis a Dios, o mejor dicho, que sois conocidos por Dios, ¿cómo os volvéis de nuevo a los débiles y pobres elementos, a los cuales nuevamente queréis servir otra vez como esclavos?."   (Gal. 4, 8-9)

De nuevo se hace precisa esta amonestación, por cuanto llegados los tiempos últimos, el pueblo de Dios, camina ciego, sin saber orientarse hacia esta meta, y discurre embriagado por todos los licores que el mundo vierte sobre sí, sin saberlos apartar, siendo que ya no distingue lo que es "puro", ni regala a su Señor, con el amor que quiere Él tener.


Parece que todo lo aprendido en los anteriores siglos, se haya vuelto caduco, y que hasta Dios y su concepto posean lo pretérito pero el presente no, como si aquello añejo que ocupó la mente y la voluntad de los hombres en otros tiempos, de las cuales cadenas salimos para fortuna nuestra, liberados.


Pero es precisamente el presente, el que eclipsa con sus múltiples logros humanos, la vastedad del horizonte que a Dios contiene, y representa a los hombres, las metas humanas y su alcance, como aquello que vale la pena conquistar, como lo que es real y asequible, sin esfuerzo alguno, sin sacrificios ímprobos y sin religión... Es el presente, constituido en tiniebla, el que retira el horizonte Magno, dispersando la voluntad de los hombres ahora, hacia lo que es fácil, manejable por todos sea quien sea, y permite dar a la vida una impronta agradable, sin Dios.


Como el apóstol proclama de aquellos, esclavos de unos dioses que no eran dioses, NOS SUCEDE. Los dioses modernos, nos inclinan hacia la misma tentación, que los que oprimían a los hombres en otros tiempos, confieriendolos a "ser esclavos".  

Esclavos modernos, dependientes de todo cuanto impulsan los hombres: prestigio; poder; imagen; dinero; placer sin tasa; drogas y cualquiera otra forma de autodestrucción. Rendidos al "dios" que reside en sí mismos, desdeñan todo aquello que "su voluntad" no consienta; o eligen , incluso para su propio daño, todo aquello que es grato a sus sentidos y a "su voluntad". 

Los seres de este presente, andan sujetos, sometidos en muchos casos a la complacencia de "su ego", el tirano mayor. Se les educa ya así, desde los primeros años, para que "todos se rindan a su albedrío" y para "lograr o conseguir". No se contempla -cada vez menos- "la diferencia" y en ello una valoración que les lleve a restringirse o a emular lo verdadero. Pues, siendo "todos iguales" (igualitarismo ciego), a todos hay que "darles" "garantizarles" "todos exigen para sí"... con lo que la sociedad entera se constituye siriviente de estos pequeños seres-dioses, a los que se inclina, para enseñarles a inclinarse después, en favoreciomiento de "otros dioses necesarios", que arbitra la sociedad, y desdeluego el poder.


En verdad, que el cristiano moderno, debe aprender a mirar hacia Dios, hacia Cristo, el hombre íntegro e incorruptible, valiente, sagaz, libre... Debe aprender el concepto de la verdadera libertad; de la verdadera cesión de su "ego" y asumir el compromiso que le lleve a caminar con Cristo. 


Sólo de esta manera podrá abrir los ojos y contemplar los miles de cordajes que unos y otros trazan, con los cuales le impiden la altura y el vuelo; aquello  que en verdad puede hacerle vislumbrar -desde su espíritu en el Espíritu puesto- el horizonte sereno, en el que Dios y su Verdad, se halla. En el que restalla la Palabra de Luz, que es Jesucristo.


Pero dice el apóstol: "Entonces no conocíais a Dios, y érais esclavos de unos dioses que no eran dioses..."

El hecho de "no conocer", no implica pecado, porque se actúa sin visión; o como los que son "niños", que nada entienden... 


Si bien argumenta después: "Pero ahora que conocéis a Dios, o mejor dicho, que sois conocidos por  Dios..."

El "ahora" de S. Pablo, es aquello que ya permanece, y que unido a la acción de Dios, ya no se puede deshacer. Es el "después" del "antes". Hay una ruptura evidente entre la humanidad que "no conocía a Dios" y "la humanidad que sí lo conoce"; o como el mismo apóstol matiza: es conocida por Dios.

Esta separación dispone un final y un comienzo. De modo que llegan los tiempos oscuros hasta... y concluyen con el estallido de la LUZ que es Jesucristo. A partir de su venida (ALFA), todo se clarifica, y por lo tanto ya no hay motivo para "volver a lo pasado". La esclavitud ha de ser desterrada. 
Esto que S. Pablo describe a los gálatas, nos los describe también, y ha de hacernos desprender toda clase de obstrucción, cordaje, esclavitud, sometimiento, o indignidad que nos prive de orientarnos hacia donde Cristo nos lleva.


Porque "somos conocidos por Dios", entraña el advenimiento de Dios a nosotros, lo cual se ha hecho como paso adelante, no como retroceso, Dios, en la persona de Jesucristo, ha acudido a nosotros por conocernos. Ha entablado con los hombres, la íntima relación que implica el Amor, de modo que ya no hay aquí, en lo nuestro, NADA que a Él le resulte indiferente o desconocido. Somos tan enteramente parte de Sí Mismo, que de igual modo corresponde, que Él sea parte íntegra de "nuestro yo". 


Si bien, esto no posible, si nos empeñamos en volver a los débiles y pobres elementos que nos conducen a la servidumbre de esclavos.


¿Qué quiero decir? Hemos sido preferidos por Dios, elegidos, entresacados y rescatados por Jesucristo, para proseguir junto a Él, en avance que nos lleve hasta la meta.
Por lo cual, la entrega de Jesucristo por nuestra salvación se convierte en deuda. Es una obligación que tenemos contraida, en bien de nosotros mismos y de todos los demás hombres, a la que no podemos renunciar, no debemos, salvo volver a la primera situación que teníamos: la de la esclavitud por desconocimiento de lo divino. En cuyo caso, y por nuestra pecadora voluntad, renunciamos a la elección realizada por Dios, y consumada por Jesucristo.


Nadie que ha aprendido a andar de pie, vuelve a caminar a gatas; y si ha aprendido a hablar, retorna a la mudez porque rechaza avanzar en su desarrollo.
Pero si el creyente, bautizado en la fe de Jesús, deja de contemplar todo cuanto él ha hecho por salvarle; todo cuanto ha recibido y desiste de avanzar con Cristo, así es como se comporta, yendo a caer en el "sin sentido".


Corresponde a los creyentes de estos tiempos AVANZAR del todo, a todo cuanto les está mostrando el Señor, para que cuando llegue, se hallen dispuestos y prevenidos, con las aceiteras llenas. 
Si fue preciso constatar la elección de Dios a su pueblo, enviándoles a Jesucristo en el tiempo ALFA, cuanto más en este AHORA que se constituye alcance y META, es necesario orientarse sin retroceso, por las directrices nuevas que está manifestando Jesucristo.


Yo, su heraldo, prevengo al pueblo y LE ANUNCIO LA VERDAD. ¿Hago mal en avisarles? Obedezco las instancias de Cristo que me envía con su Palabra, pero se me trata en actitud de rechazo, precisamente por esto. 
Con las palabras de Pablo me pregunto y os requiero:


"¿Y ahora he pasado a ser enemigo vuestro, sólo por haberos dicho la verdad? Os demuestran un afecto de mala ley, os quieren aislar de mi para que los sigáis a ellos. Lo mejor es demostrar un sano interés por los demás; PERO SIEMPRE."     (Gal. 4, 16-17)


Mientras me he mantenido en la Iglesia, sirviéndola y a sus obras, bajo sus criterios, ¿lo he hecho bien? ¿Y ahora que la sirvo en mayor modo, porque acudo a ella de la mano de Jesucristo, para que se alimente con su Palabra y tenga en sí su PRESENCIA, lo hago mal? ¿o, tal vez sea Cristo, el que lo hace mal, ENVIÁNDOME?


Mas, prosigo con las palabras del apóstol y declaro:


"Yo -que estoy preso por la causa del Señor- os pido que caminéis de una manera digna de la vocación que habéis recibido. Sed humildes, amables y pacientes. Soportaos unos a otros con amor. Esforzaos por mantener la unidad del espíritu con el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una es la esperanza a la que habéis sido llamados. Hay un sólo Señor, una sola fe, un solo bautismo y un sólo Dios, padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos."    (Efe. 4,1-6)



Lo que os pido, desde las instancias del Señor, que en Sí me tiene, es que mantengáis en vuestro ser todos los signos de su pasión y de su resurrección, a la que os ha destinado, ejerciendo con liberalidad y alegría las virtudes, toda virtud, como S. Pablo indica, especialmente las que atraen la paz y la disponen para todos.

No hablo yo de otro Espíritu distinto al que invoca Pablo; ni de otro Señor que el mismo al que él sirve y todos servimos. No refiero otra fe, ni otro bautismo; ni muestro un camino erróneo conducente a otra esperanza distinta de la que Dios en Cristo os ha llamado.


Solamente una cosa hago, por voluntad del Señor a quien sirvo, y es ello dar continuidad al CAMINO que todos llevamos, según el tiempo último, que Cristo con su Segunda Venida, declara, anunciando la esperanza ya próxima que quiere él revelarnos.


No separo lo ALFA, ni el Cristo que me habla es distinto de Aquel... No lo divido. Porque se trata del mismo Jesús resucitado, que como a Pablo me habla y se me presenta. Esto tiene la Iglesia que aceptarlo. 


Aquella Iglesia primera, acogió a Pablo sin reservas, sin desconfianza. Y  encontró en sus enseñanzas, el camino que les abría Cristo resucitado, valiéndose de aquel que hasta ellos llegaba. Tenían un espíritu grande, que  les hacía impulsar en modo sano toda iniciativa, que la fe propusiera. Estos, siento decirlo, proceden de aquella Iglesia primera, pero en su actitud se hallan muy alejados... 


A tal efecto, ¿en qué quedan las palabras del apóstol, cuando dice: "Diversidad de dones"? (Efe. 4, 7-16) ¿En qué sentido las contemplan? 
Los dones los reparte Jesucristo, y hace a cada cual valedero para aquello que conviene al Cuerpo, pues declara S. Pablo:


"Él a unos constituyó apóstoles; a otros profetas; a unos evangelistas, y a otros pastores y maestros a fin de perfeccionar a los cristianos en la obra de su ministerio y en la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y al conocimiento completo del hijo de Dios y a constituir el estado del hombre perfecto a la medida de la edad de la plenitud de Cristo."


Lo que S. Pablo predica, ¿no es acaso, lo que yo misma vengo predicando? ¿Hablo yo por mi cuenta? No, sino que describo la revelación de lo que Cristo me muestra. ¿Y acaso, mi función, no redunda en conceder mayor dimensión y posibilidad al Cuerpo? 


Pero los que se hallan, excluyen la REVELACIÓN, en preferencia de "otros dones" que en sí mismos eligen y proponen. De este modo son los hombres los que trabajan sin Cristo, porque no puede el Cuerpo separarse de la Cabeza. Si Cristo me envía con "las nuevas que revela" y los que ejercen sus funciones en el Cuerpo no las aceptan, bien cierto es, que son ellos los que dividen el Cuerpo Místico, lo rompen, al retirarse de la Cabeza. Así, apartan la unidad en el Espíritu, y se conceden a la eventualidad, sin meta.


La unidad del Espíritu que S. Pablo invoca ha de hacerles mirar hacia Cristo como Centro de su total ser y actividad, de modo que queden despojados de todo cuanto son y defienden, cabos con que los ciñe "su humanidad":


" No es eso lo que vosotros habéis aprendido de Cristo; pues si verdaderamente habéis oído hablar  de él y os han instruído en la verdad de Jesús, debéis despojaros de vuestra vida pasada, del hombre viejo corrompido por las concuspiscencias engañosas, renovaos en vuestro espíritu y en vuestra mente y revestíos del hombre nuevo, creado según Dios en justicia y santidad verdadera."   (Efe. 4, 20-24)


Y como prosigue diciendo conviene hacer en adelante a todos los que deseen agradar al Señor (Efe. 4, 25-32)


Y amonesta con severidad a los que se entregan a "la impureza", de la cual, si no regresan no pueden ser rescatados (Efe. 5, 1-6)


Y anuncia con bellas palabras, lo que también sucederá ahora:(Efe. 5, 8-14) pues dice:


"Cuando todas estas cosas son manifestadas por la luz, quedan al descubierto, y lo que queda al descubierto se convierte en luz. Por eso se dice: Despierta tú que duermes y levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará."

Verdad es que todo ESTO, Cristo es quien lo declara, la LUZ... Y cuando todo quede al descubierto, los que AHORA DUERMEN, despertarán a la LUZ y se orientarán a la Vida, porque estaban muertos. A estos que así resucitan, Cristo los ilumina

Es lo que sucederá con aquellos que escuchen su Voz, que les hablo, y recuperen la visión, convirtiéndose, pues dejarán atrás todo lo que los lleva discurriendo por la muerte y hacia ella, sin detenimiento; porque como dice el apóstol: 
"Antes érais tinieblas; ahora sois luz en el Señor; caminad como hijos de la luz, (porque el fruto de la luz consiste en la bondad, en la justicia y en la verdad)."


Está "la bondad" en elegir "el Bien" y procurar su ejercicio; y en ello no lo hay mayor que aquel que se acomete para glorificar al Señor en medio de los hombres. Porque de esta gloria, que a Jesús se ofrece, se da testimonio ante la TRINIDAD, en el Cielo, y la recibe el Padre, la acoge el Hijo y la celebra el Espíritu Santo. La festeja Santa María, y con ella los ángeles y los santos en el cielo, y aquí en la tierra, todos los hombres, sirviendo como modo de exaltación a Dios, a su Obra en nosotros y al Hacer de Jesucristo, que vino a entregársenos.


Este "Bien" o bondad, es primero a todo otro ejercicio humano, por bondadoso que parezca, y engendra en sí las otras exigencias que el apóstol suscribe, cuales son "La justicia" y "La verdad". Porque está "la justicia" en corresponder al JUSTO.  En darle de nuestra parte todo cuanto se le adeuda, que es inmenso.
...Y es el reconocimiento de su Poder, de su Gracia, de sus Obras, de su Luz... la principal exigencia.


Así, ahora, que Él se manifiesta y revela sus designios últimos, está concediendo su LUZ a los hombres, y espera de su "bondad" y de su "justicia", el reconocimiento de "la VERDAD" que en Él reside y les muestra.
Porque si faltamos a ello -como hasta el presente está sucediendo- vanas serán todas nuestras obras. 


...Entendamos -no parece hacerlo la Iglesia- que aquí nos podemos dejar la piel entre nosotros, y regalarnos, concedernos, practicar todo lo que consideremos "que es bueno", según nuestros criterios; y todo lo que creamos razonable según nuestra "justicia", y proclamar lo que consideramos "verdadero", aunque esté contemplado según la ceguedad de nuestros ojos y según las tinieblas que asedian constantes a unos y otros, porque sólo HAY UNO QUE ES LA LUZ.


De modo, que todo cuanto acometamos sin LUZ, (sin Cristo, y sin mirar por su gloria, primero) es vano.


La Iglesia razonará de esto que lo que ellos acometen es "por Cristo, su Obra,  su evangelio y su glorificación". Y se sienten satisfechos y eximidos de OBEDECER A CRISTO AHORA. Pero el error es éste.


Porque no hay dos Cristos: ese al que sirven, según ellos y ESTE QUE AHORA LES HABLA, y se ha manifestado.
...Y suele suceder, que aunque las cosas que se realizan por medio del poder, hacia la comunidad, estén bien, o parezcan acertadas y cotidianas, en ocasiones, son superadas por otras de MAYOR RANGO, o de última instancia. De manera que deja de practicarse "lo anterior" para dar paso a "lo último". Pues... ¿dará manifiestos nuevos un REY, que conozca que sus súbditos no van a escucharlos, o a considerarlos, permaneciendo desobedientes, porque gustan  del ejercicio de lo anterior?


El MAYOR RANGO lo pone Jesucristo; porque es Él mismo en persona, con su Espíritu, quien está manifestando la verdad (LUZ) a los hombres.

Y son de última instancia, sus REVELACIONES, porque figuran como promesas y es ahora que adquieren cumplimiento, tal se anuncian. Y porque abren con su LUZ, la Palabra a los hombres de los últimos tiempos (nosotros), detallando los designios que están fijados por el Padre, y serán cumplidos por el Hijo, para los tiempos del fin. Nos requieren con urgencia, y en base a nuestro desconocimiento, siendo la Iglesia la primera que habría de proceder a "conocer" y a "transmitir lo que conoce", de modo que el PUEBLO DE DIOS, no permanezca ciego, cuando se cumplan estas cosas; no se mantenga AUSENTE cuando Cristo llegue y le requiera; y no CAREZCA DE FE, ante lo que su Señor anuncia, porque habrá de dar testimonio de ello en el JUICIO.

La gloria que Cristo espera hallar es OBEDIENCIA y FE en Él; seguimiento y ESCUCHA. Y como consecuencia de todo ello: PROCLAMACIÓN. 

Por el momento en relación a los últimos acontecimientos, NO hace esto la Iglesia.


Si bien el apóstol la insta desde sus palabras:


" A ver cómo os comportáis; que no sea como insensatos, sino como inteligentes, aprovechando el tiempo, porque los días son malos. Por consiguiente no actuéis como necios, sino procurad conocer cuál es la voluntad del Señor."    (Efe. 5, 15-17)


Los días de la COMUNIÓN profunda han llegado; las palabras de S. Pablo los declaran al decir:


" Maridos amad a vuestras esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó él mismo por ella, a fin de santificarla por medio del agua del bautismo y de la palabra, para prepararse una Iglesia gloriosa sin mancha ni arruga ni cosa parecida, sino santa y perfecta."


Cristo dio el primer paso, ENTREGÁNDOSE hasta el extremo, para enseñar a la que fuese esposa, el camino primero. Una purificación que la santifique, que la lave y la inserte por el bautismo y por la palabra. 
Porque no de otra forma llegará a ser "santa" y "perfecta". 


El pueblo de Dios ha de cobrar identidad con quien lo salva: "El santificador y los santificados". 
Y esta identidad sólo sucede por la aceptación de la PRESENCIA de Cristo, y la FE en sus avisos y promesas, que ya cumple. La cual identidad  o  comunión, requiere nueva purificación y bautismo, ya que para concederse, este pueblo ha de hacer revisión de sus culpas y pecados, arrepentirse profundamente de sus desvíos y desacatos, de todo aquello con lo que se ha vuelto impuro, y de las infidelidades que con su Señor mantiene, siendo la peor de todas la increencia o rechazo que mantiene a RECIBIRLE en lo NUEVO que le habla.


Cuando se halle dispuesto a aceptar a su Señor, en su Segunda Venida, según la revelación "OMEGA", según su espíritu de conversión y la fe con la que se esté disponiendo, será investido por el "bautismo de fuego" o bautismo nuevo, por el cual recibirá la Gracia que sobre sí vierte el Espíritu Santo, en un Pentecostés tal que lo santifique (Lc. 12, 49), dejándolo preparado para pasar al REINO.


Esto ha de entender la Iglesia, este pueblo AHORA, si quiere ser digno. Porque no digo yo nada que no esté diciendo Jesucristo; pero además lo que digo Él lo suscribe dándole cumplimiento.

" Que cada uno mire como construye. Porque nadie puede poner otro fundamento que el que ya está puesto, que es Jesucristo. Sobre este fundamento uno puede construir con oro, plata, piedras preciosas, maderas, caña y paja. El trabajo de cada uno aparecerá claro el día del juicio, porque ese día se manifestará con fuego, y el fuego probará la obra de cada uno. Si la obra resiste la prueba del fuego, recibirá el premio; si lo consume, lo perderá todo, aunque él se salvará, pero como el que escapa del fuego."
( 1Cor. 3, 10-15)

Y muy preciso fuese, que los que mandan, escuchen a S. Pablo en lo que les aconseja sobre "La verdadera sabiduría" (1Cor. 3, 18-20), digo "los que mandan", porque corresponde a ellos abrir primero la puerta a "la sabiduría" según Dios, y enseñar al pueblo a tenerla.

Añade, con verdad:

"Que la gente nos tenga como servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Ahora bien, lo que se pide a los administradores, es que sean fieles." 


Bellas palabras, que han de saberse ejercer, porque "ser servidores de Cristo", es lo que Él está reclamando en estos momentos a sus ministros, si es que llegan a deslindar la obediencia que le deben y la fidelidad que le profesan. Porque, no pueden realizar ellos, en su Nombre, lo que Él no les está solicitando, y acreditar que así obedecen su voluntad; siendo al contrario: Porque Él les está hablando para que realicen aquello que ahora es necesario, y ellos desatienden su Voz, para proseguir con los preceptos jerárquicos, a los que se rinden y se deben con más fidelidad y obediencia que al Señor manifestado.


Como dice S. Pablo, sólo son "administradores de los misterios de Dios", y han de acoger y penetrar en "los misterios", en primer término, para poder después distribuirlos al pueblo, según el grado de fe y de sensibilidad religiosa que encuentren.


En estos momentos, Cristo desvela "su misterio", y todavía la jerarquía de la Iglesia no se dispone a aceptar ni "el misterio", ni con certeza, "la Presencia" de Quien lo está manifestando.
De este modo falta a la obediencia, porque falta también a la fidelidad.


¿Y cómo nutrirá a este pueblo, si el Señor le está enviando "nutriente", y ella lo desdeña? Su carisma está en administrar, no en servir de parapeto u obstáculo. Esto no lo aprende.


EL MISTERIO que se revela, debiera llevarla a mirar hacia LA CONVERSIÓN; hacia lo que (Jn. 2-4) señala. 
Estos pasajes tienen un fundamento escatológico, que ella no se detiene a contemplar. Dice el evangelista:


"Allí estaba el pozo de Jacob; Jesús, cansado del camino se sentó junto al pozo. Era cerca del mediodía."

Jesús, se detiene junto al pozo, signo de la salvación que ha tratado de ser ejercida durante todo el A.T. hasta su llegada. 
Ahora Él mismo, se sienta junto a él. Jesús, la Fuente de Agua Viva, se vincula al signo que durante tanto tiempo ha sido fundamento para su pueblo, pero entonces, (momento "ALFA") "era cerca del mediodía"
Esto quiere decir, que aún la plenitud del día no ha llegado a su punto álgido, lo que no sucederá hasta que culmine Él la entrega que sabe sucederá... Pero está "cansado del camino"


El camino de la salvación, empieza a ser para Él "largo". Ha requerido de todo cuanto Dios (Padre) ha hecho durante el A. T. y no ha conseguido realizar a este pueblo, llevándolo a transformarse en conversión que lo vincule a Dios para siempre.


Tampoco a él, Cristo, venido del Cielo, a presencia de este pueblo, resulta factible, la salvación necesaria, toda vez que los más "se resisten a creerle, a pesar de conocer cómo obra prodigios y milagros". El momento de agotarlo todo, llega. La cesión de su vida, para que alcancemos la Vida, y con ella "el don de Dios", está ya cerca, y Él, cansado, porque todavía no logra cautivarlos... Sabe que habrá de agotar cuanto trae, y este pueblo NO HABRÁ APRENDIDO.


Pone el ejemplo de "la samaritana". La cual le oye, y porque halla en sus palabras "el misterio", le cree. Porque le cree, corre a decirlo a otros... Esta es la labor que habrían de hacer los administradores, los depositarios del MISTERIO.


Miramos el cansancio de Cristo, entonces, dispuesto a concedernos "su TODO", a pesar de entender  nuestra ceguera, pero AHORA, los administradores son incapaces de contemplarlo.


...Entonces, cuando "se sentó junto al pozo" era cerca del mediodía. Este día alcanza su nivel, cuando Él muere. Pero como se desprende de la analogía propuesta, sólo ha discurrido a la mitad.
Queda por lo tanto otra mitad del día, hasta que sea denoche. Es ahora, que vivimos, la otra mitad. 


El tiempo "OMEGA", es el que discurre entre la resurrección de Cristo y la nuestra. Es el tiempo en el que la Iglesia se ha formado y ha formado a este pueblo con todo cuanto ha conocido del tiempo " ALFA", pero estamos ya a la caída de la tarde, en este día que la SALVACIÓN diseña, y todavía no nos hemos aproximado como Cristo esperaba a la Fuente de Aguas Vivas, de modo que pueda Él derramar en nosotros su "don".


Medite la Iglesia, si cansado estaba ya de proponer a su pueblo "la PALABRA", que veía regresaba hasta Él sin resultado, cómo estará AHORA que ve con estupor cómo nos encaminamos hacia la noche, sin variar nuestras maneras, ni nuestra disposición un ápice.


El día se acaba. Tenemos una oportunidad de Fuego: su venida. Pero por más que le explico a la Iglesia estos sucesos que NOS ENGASTAN, sigue ciega y sorda, sin conceder respuesta, al Señor, que junto al pozo aguarda a que llegue con sed, y SE CONVIERTA.


Es lo que lamenta a Nicodemo, el cual se le aproxima, pero no lo entiende. La Iglesia actual está llena de "Nicodemos", que gustan aproximarse al Señor, lo nombran, lo visitan, lo aprecian... pero no lo entienden. Y por ello, no se "nutren" con el alimento que Él les proporciona; no es que lo rechacen; es que no saben utilizarlo, y se les pierde.


Algunos en la Iglesia, se sirven de Cristo, lo mismo que aquellos "mercaderes" se servían del templo; estos no penetran el misterio, ni quieren; pronuncian sus palabras, pero no las viven y en ello viven con doble faz, porque como bien dijo Cristo: "donde está tu tesoro allí está tu corazón"
Estos son falsos e hipócritas, y el evangelista los define perfectamente en (Jn. 3, 16- 20), porque "odian la luz""eligen las tinieblas" "prefieren las obras del mal".

Concluye diciendo:

"Pero el que practica la verdad va a la luz, para que se vean sus obras que están hechas como Dios quiere."  (Jn. 3, 21)


En esto consiste LA CONVERSIÓN, en la práctica de la VERDAD, según la LUZ, o para difundirla. Siendo las obras que acomete, emblemas de esa LUZ y frutos de ella.


Cristo señala dos ejemplos, que podrían hacernos meditar, porque los dos concluyen en  conversión.


Uno se muestra, desde quien contempla el poder de Dios, y cree que Cristo lo tiene, pues lo llama, al verse desbordado en aquello que le excede; lo hace por amor hacia su hijo, que se muere...
Cristo contempla esta fe, que se fia de su Palabra, que le cree por lo que dice, sin otra razón (Jn. 4, 47-54), y hace llegar su misericordia a éste que en Él ha creído, sin más mérito que "su escucha".


La conversión se patentiza, porque el oficial que ha creído, "ha visto" que la Palabra, se constituye primero "promesa" y después "Vida". Dice el texto:


"Y creyó él con toda su casa."

Así sucede con todo el que cree. Sus ojos se abren desde la Palabra que oye, y le permiten ir adentrándose en el Poder que Cristo tiene, en virtud de la misma, la cual se transforma en alimento que es generador de Vida. De modo, que reconoce las promesas y los cumplimientos.

En la actualidad, esta fe, se ha banalizado en alguna medida. Pocos leen la Palabra, menos, la meditan; creerla, lo hacen pero sin rigor; o considerando que "no ha de tenerse en tanto" o que "su exactitud" es fundamentalismo; que "los detalles que nombra" son metáforas ( debo decir que muchas veces, sí, pero continentes de certezas), o explican que puede derivarse a "usos exagerados de la época", o expresiones que tuvieron fuerza entonces, según la mentalidad de aquel pueblo, pero de las que nosotros ya no precisamos. Por lo cual se opta por no creerla con total aceptación.

...Se desvirtúa LA PALABRA. Se le aparta "su sentido"; se le resta autoridad divina, porque "fue escrita por hombres"... Hacen esto y mucho más, con tal de NO ESCUCHAR, y por ello no implicarse en lo que la Palabra dice y consiente. De este modo, NO SE ALIMENTAN  y no hallan en ella el Poder del Espíritu Santo, que los interrelacciona con el Poder que Jesucristo tiene y ha dejado impreso con su Voz.

Si esto sucede con la Biblia, y aún con el N. T., ¿qué no será con lo que yo expreso, según lo que Cristo me dice? 
Así es como no hallo oídos, ni fe que se aproxime a ESCUCHARME, siendo que Jesucristo de nuevo nos habla. Y por tal razón no se convierten.

Si así obran las personas de la jerarquía eclesial, ¿qué creerá el pueblo? En el texto del evangelio, muestra Cristo a un oficial real. Es un hombre importante, con cargo de autoridad, del que dependen muchas personas. De modo que ante su ejemplo sumiso, todos cuantos le adeudan, se convierten.

Lo mismo sucedería si AHORA que Cristo nos habla, las personas importantes, con cargo de autoridad, acudieran a su Palabra, y diesen ejemplo de sumisión ante ella, acatándola. Pues muchos, que confían en ellos y los miran, se sumarían por seguir su ejemplo. Pero es al contrario como sucede.

La posibilidad de que este pueblo reciba el don de Dios, la retiran los mismos que los gobiernan y los mandan.

El otro ejemplo, sucede también por fe (Jn. 5, 1-9). Pero representa una fe poco asentada en lo que es verdadero; si bien es fe. Quien se ve precisado del "poder que Dios tiene", es decir de aquello que transforme su vida y la convierta en otra de mayores recursos está enfermo, PARALÍTICO. No recurre al Señor; posiblemente ni piensa en él, aunque llegue a creer. 

Como tantos creyentes tibios, se halla confuso, y a reparo de "cuentos o leyendas" a las que da más rigor que al Señor, a quien no llama. Este creyente, contra lo que el otro ejemplo representa, no es nadie importante, no tiene autoridad; pertenece al pueblo y contiene en sí gran ignorancia.

La conversión le llega por vía de su propia virtud: la fe y la perseverancia. Cristo lo contempla desvalido, pero sin sucumbir. Reconoce el error en el que sume su esperanza: una creencia popular que manifiesta que las aguas de la piscina de Bezatá, son movidas de tanto en tanto por ángeles y hay que echarse en ellas de inmediato para curarse.
A pesar de ello, Cristo se mueve a compasión, porque este enfermo lleva postrado treinta y ocho años, sin perder la fe en alcanzar la curación... Cristo le exhorta:

" Levántate, toma tu camilla y anda." 

Pone de relieve Cristo en este milagro, la fe de los que se hallan desfavorecidos, sin fuerzas, postrados, los cuales a pesar de ello permanecen confiando

Obra él en éste, dándole la fuerza que precisa para caminar. Lo que ha de hacer es "LEVANTARSE". A menudo muchos hay que están postrados, como impedidos, aquejados de parálisis que les impiden acercarse a la Verdad. No la reconocen fácilmente y suelen mezclarla con otras supersticiones, de las que abundan en torno, y así no ejercen nada; no realizan ningún movimiento.  Su vida queda "paralizada".
La enfermedad de estos reside más que nada en la voluntad. Si se aproximaran al Señor, sacarían fuerzas para LEVANTARSE; y una vez alzados, se pondrían a caminar sintiéndose seguros.

Esta es la conversión de la que conviene dotar al pueblo; a muchos que sí tienen fe, pero la mantienen en suspenso o como dormida, a reparo de otros anuncios que les hacen, sin saber deslindar lo que importa. (Hoy existen cristianos y católicos y que creen en "la reencarnación"; y los hay que acogen cualquier religión, dándole visos de verdadera, sin saber deslindar la falta de verdad que contienen estas apreciaciones, y la contraposición que ejercen a la doctrina que Cristo expresó)


Y en general a todos cuantos dicen creer, y componen el Cuerpo, ha de expresárseles lo que ahora sucede en mí, a semejanza con Pablo de Tarso (1Cor. 15, 9-11), porque llego al final de los tiempos, como la menor entre "los enviados", pero acredito la gracia de Jesucristo, que me ha investido para realizar estos trabajos, y señalo para los que se disponen a creerme, situación semejante a la vivida por los discípulos, según lo que señala (1Cor. 15, 3-8) ya que todos cuantos acojan su PRESENCIA manifestada y su Palabra Tercera,(Oráculo del S.) le hallarán y le verán ante sí.


Porque se cumplirá lo dicho por el apóstol:


" Y como todos mueren en Adán así también todos revivirán en Cristo. Pero cada uno por su turno:el primero Cristo; luego cuando Cristo vuelva, los que son de Cristo. Entonces vendrá el fin, cuando él destruya todo señorío, todo poder y toda fuerza y entregue el reino a Dios Padre. Pues es necesario que él reine hasta poner a todos sus enemigos bajo sus pies."   (1Cor. 15, 22-25)


Lo que S. Pablo explica aquí, está detallado en mayor proporción en el artículo: " VISIONES PROFÉTICAS: AVISOS DADOS". 
Y lo que se pide a este pueblo es que "sean todos de Cristo", para incorporarse a Él como primeros, lo que no harán si dejan de creer en Él AHORA en todo cuanto revela para la humanidad, en especial en su VENIDA, el magno acontecimiento.




3

LA CONVERSIÓN que Cristo requiere, implica un cambio mental, de perspectiva anímica, que nos lleve a vivir en modo distinto. 
Este "nacer de nuevo" habría de llevar al creyente OMEGA a despegarse del mundo, con el que sólo tendrá cuentas, para lo que es de necesidad; y se apartará de las ambiciones, de las vanidades y vanaglorias mundanas. 

Sus ideales estarán puestos del todo en Cristo, y en lo que a Cristo le agrada y su esperanza ha de estar en Dios, confiado a Jesús que viene, y aguardando su gloriosa manifestación, con la que llegará para retirar sus cadenas y liberarlo, estableciéndolo ya para siempre en el REINO.

En verdad hace falta esperar ya estos cumplimientos, que han de volver al creyente a desprenderse de todo cuanto el mundo realiza con lo que atrapa su vivir. Y estemos seguros de resurgir con fuerza, con luz, ante el CAOS que nos domina como cierto.

En estos tiempos se solicita con afán que los cristianos se incorporen a funciones públicas, y pertenezcan a las Instituciones, u Organismos de poder, a fin de ejercer mediación política, entre lo que otros "no creyentes" realizan. Lo cual pareciendo bueno y tal vez necesario, no es sino un modo de aferrarlos al mundo y en él al poder del mundo, del que Cristo trató de desprenderlos, dándoles ejemplo desde sí mismo. 

Otra cosa fuera que ya con determinación íntegra, ejercieran ante los poderes, como hacía Jesucristo; mas esto me parece que requiere un grado de perfección espiritual tan grande, que no sólo no sirva de tentación a quien lo realiza, como que pueda resultar ejemplo, del que no veo capaz a "este barro" frágil y corruptible que describe S. Pablo. 

Es obvio, que incidir en el plano social, tan alejado de Cristo, requerirá del creyente una fortaleza probada, que posiblemente no tenga. Mejor hará en adquirir el temple de que Jesús quiere invertirlo, convirtiéndose. Y estará ello, como la fortaleza que adquiera, en apartarse de lo mundano, sabiendo renunciar a los placeres, halagos y facilidades razonables que el mundo otorga. Habrá de resvertirse con la virtud y ejercerla. Siendo ella, antagónica de las ambiciones y dislates que el mundo otorga. 

Entiendan que no refiero estas cosas porque sea malo vivir esta vida, pero es necesario superarla, para poder acceder a la que sí es Vida en el Espíritu, o vida verdadera en Cristo.

...Y con todo, cuanto más unidos a Cristo se hallen, mayor será y más feroz la guerra que el mundo les declare, pues "el criado no es mayor que el amo. Si al amo de la casa le han llamado "Beelcebú" ¿qué no dirán de los criados?"


Quiero significar que convertirse ha de llevarnos necesariamente a "no untarnos" con el mundo más de lo estrictamente conveniente. Esta es la realidad. Cristo pudo ser nombrado rey, y tratar de influir en los hombres de su tiempo desde lo que supone el poder humano, pero lo rehusó. Y ante Pilatos defendió: "Mi reino no es de este mundo".


Lo que se pide al creyente OMEGA, esté donde esté, ocupe el cargo que ocupe, o realice en el mundo lo que haya de hacer, es el ejercicio constante de su fe y su proclamación de ella; el ejercicio permanente de la virtud; y el acopio de fortaleza necesario para ser testigo, si le es requerido. Por lo tanto revistase cada cual con las armas del cristiano, que S. Pablo describe.



Como declara el evangelista, SUCEDE:


" Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos contemplado, lo que han tocado nuestras manos acerca de la palabra de la vida, pues la vida se ha manifestado, la hemos visto, damos testimonio de ella y os anunciamos la vida eterna, que estaba junto al Padre y se nos ha manifestado; eso que hemos visto y oído, os lo anunciamos, para que esteís unidos con nosotros, como lo estamos nosotros con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Os escribimos todo esto para que vuestra alegría sea completa."     (1Jn. 1, 1-4)


Las razones que han de mover a los hombres AHORA fueron manifestadas por Jesucristo "ALFA", como acredita el evangelista, y son manifestadas por Jesucristo "OMEGA", de lo que doy fe, como vengo expresando en estos artículos, y en todo cuanto he escrito.


Así pues, no tenemos motivos para ignorar LA VIDA que se manifiesta y se nos está brindando con todas sus consecuencias. Ya no habríamos de hacer otra
cosa que orientarnos hacia el Señor, poniendo en Él todos nuestros empeños, y le veríamos hacer...


Tal y como el evangelista declara (1Jn. 1,5-10), pecamos de incoherencia, en estos tiempos en gran medida, y unos en modo mayor que otros, por cuanto lo hacen conscientemente. De un lado hablan de la luz, pero dan sus acciones a las tinieblas. Esgrimen la Palabra como razón de verdad, pero la apagan con sus propias acciones y palabras. De modo que impera la confusión y la falacia, situación que destruye cuanto muchos en alardes de justos, acometen.


La Iglesia misma, no ha de mirar al mundo que ha insertado la política como vehículo de estas disparidades, en apariencia razonables, pero que todo lo reducen a conveniencias e incoveniencias, porque Ella misma se ha vuelto política en tal grado, que ya la verdad de Cristo no emerge, ni puede; y ya su Luz, por causa del proceder de los hombres, discurre velada por las tinieblas.


Por tal razón acude Él a solicitarle regrese a la primitiva pureza, la única capaz de insertarla en Él, porque se ha desviado del camino, como de la virtud, y ya no distingue nada de lo que es divino, sino lo humano, que es retorno infructuoso al espíritu de Adán, del cual quiso Cristo redimirnos.


Esta situación, los jefes de la Iglesia no quieren contemplarla; se adornan a sí mismos con loas y beneplácitos, para continuar caminando sobre los mismos precipicios, en tanto el pueblo camina en la ceguera, toda vez que ya los que gobiernan esta casa, han dejado de exhortarles la conciencia, proponiéndoles las virtudes, que en otros tiempos coronaban de santidad a muchas almas sencillas y ejemplares; y declarando los pecados, así como la Presencia del Malo (Satanás), del que ya ni siquiera hablan; pero es verdad que la contemplación del infierno -tan poco recomendable en estos tiempos hechos a lo fácil y moderno- ha sacado a muchas almas del pecado; y les ha servido de prevención, cuanto de temor para ofender a Quien puede condenarlos a tal estadio.


Aclaro que esta condenación, es elección que brota de nosotros mismos, (Jn. 12, 47-50), porque no es Cristo quien la realiza, aunque el último día se la asigne a los que así lo han preferido, pues teniendo toda posibilidad de salvación y de conocimiento de su doctrina, sus avisos y Palabra, han preferido mantenerse en sus pecados (tinieblas), y ALEJADOS DE ÉL.


En verdad, que se hace preciso en estos días, en que Cristo ya nos anuncia su JUICIO, explicar a los hombres la realidad por la discurren, y de la que han de quedar avisados, no sea que prosigan en sus descuidos y entontecimientos, dispersos, sin conocimiento que les haga pronunciarse hacia el que LLEGA, en cuya hora estamos...


"Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca, tenemos junto al Padre un defensor, Jesucristo, el justo. Él se ofrece en expiación por nuestros pecados; y no sólo por los nuestros, sino por los de todo el mundo."        ( 1Jn. 2, 1-2)


Y esto siendo cierto, adquiere un matiz de correspondencia, del que en estos tiempos están retirados la mayoría de los creyentes cristianos. Porque entienden la defensa del Señor, como algo que merecen en sí, por el mero hecho de nombrarse creyentes, o de estar bautizados; y como algo que "mágicamente" los ampara, aunque cometan pecados. 

Aquí, la Iglesia, habría de formar los espíritus y catequizarlos en la verdad, sin confusión que valga, no mezclar lo que corresponde al fiel, con lo que corresponde al JUSTO. Pues Cristo se alzó en defensor de todo lo humano que contenemos, y por ello, se hizo reo de la humanidad, pero a la espera de que lo humano que contenemos, se ensamblara para siempre a lo divino , y la humanidad ejerciera para con Él, lo que a su Amor derramado corresponde: pago de gratitud y de fe, por el cual quedara ya sellada e inquebrantable LA ALIANZA.


Mas... ¿hace falta que diga lo lejos que estamos de corresponder a estos extremos? ¿La propia Iglesia, que ahora que Él se Presenta, no lo cree?
Porque también dijo Él:"El que no está conmigo, está contra mí" Y avisó: "Porque si alguno se avergüenza de mi o de mi doctrina, de ese tal me avergonzaré yo delante de mis ángeles"

Hace falta que entendamos, que a Cristo no le agrada la ambivalencia de la que suele hacerse acreedor el hombre moderno: por un lado se confiesa hijo de Dios, seguidor de Cristo, persona de fe,  y por otro complace y gusta complacer al mundo, a sus ídolos, uno de los cuales vive en él: su "ego". Muestra sus preferencias a todos, elige lo que a su alrededor le agrada, y se acuerda de Cristo en último término; o tal vez cuando las circunstancias le son adversas. 

Si el mundo le aprieta, o le atosiga, no tiene inconveniente en silenciar a Cristo, si con ello queda a cubierto, y no en evidencia. Verdad es que Él estará dispuesto a defenderles siempre, si también ellos optan por su defensa. Que Él estará dispuesto a salvar al mundo, si el mundo -a pesar de sus lastres y miserias- hace la opción de elegirle a Él

Esto no suele explicarse; o si se explica, no suele entenderse, porque al par se trata de envolver el concepto de JUSTICIA, con el amparo de la MISERICORDIA que Jesucristo tiene, por la cual -erróneamente- muchos piensan que saldrán ilesos sin hacer NADA. (Y pudiera ser en algún caso, que así quiera Cristo ejercerlo. Pero no es algo que nos sirva de escudo y menos de EXCUSA para obrar indignamente con Él. Y siendo virtud de la que ha de responder Dios mismo, en la persona de Cristo, dejemos a Él su parte, y realicemos lo que nos corresponde hacia Él. Esto sí será garantía y buena conciencia).


Añade el evangelista:


"Hijos míos, estamos en la última hora, y, como habéis oído, el anticristo viene; y ahora han surgido muchos anticristos; por eso conocemos que es la última hora."  (1Jn. 2,18)


Esto que declara el evangelista da idea de aproximación, por cuanto él aplica lo que "les ha sido dicho" en general, cuando estaban junto al Señor. Y como si se alejara en los acontecimientos, a la vista del peligro que entrañan "los incrédulos", presupone el final, mirando estos indicios. (Indudablemente, siempre que las cosas se endurecen, y se cierran los caminos de la fe, puede determinarse "un final", porque Cristo hace saltar los elementos que estorban para afirmar "lo Suyo", y esta es nuestra esperanza. En ello algo concluye inevitablemente, y algo "nuevo" empieza.)

Estas alusiones, han servido a muchos para desanimar su fe, por cuanto "este final" o esta hora presupuesta no llegaba. Y los incrédulos, han aprovechado "su tardanza", contra la inminencia de los que andaban señalándola.


Lo que yo ahora declaro, puede parecer lo mismo a muchos, no sólo incrédulos, sino en peor modo -mayormente escépticos- consagrados... Pero es obra de la fe, y prueba que el Señor dispone, para atrapar con su lazo la sabiduría de este mundo y la necedad de los que se estiman por sabios. 


Porque no soy yo persona augur, ni dada a adivinaciones, ni pronósticos... Y si me atrevo, no es en base a lo que conozco por mí, ni por los hombres, sino a lo que CRISTO, él mismo me hace conocer.


Es verdad que los hombres yerran en sus apreciaciones y me incluyo  como humana, y puede parecernos que las cosas se sumergen definitivas, o se levantan, y en un exceso de confianza en "nuestra razón", incluso podamos -como el evangelista hace- preveer su alcance... 
Mas no es mi caso; que no suelo dar nada por "hecho", hasta que sucede, y que si me atrevo AHORA a adelantarlo, no es porque lo conozca yo, o lo presuponga, sino porque ME LO DICE EL SEÑOR, Y ME LO ADELANTA ÉL MISMO.


Puedo yo dudar de "mi razón" o "mis razones", cuando brotan de mi solo pensamiento, mas  no puedo dudar de CRISTO que me habla Él y me envía a decirlo. De modo que como Pablo acredita, yo digo:


"No vivo yo, sino Cristo vive en mí." 

...Y Él sí sabe, sí conoce, pues lo CUMPLE cuando conviene y lo determina. 
Aquí, lo que nos pulsa es la FE. ¿Qué grado de fe tenemos? ¿Capaces de creer en qué? ¿En quién..?

Admito que a mi no se me crea, porque  soy una persona normal , no gusto de adivinaciones,  ni les tengo fe a quienes esto ejercen. Por lo cual entiendo que algunos se reserven de creerme; y en esa prevención actúen con sensatez.

Pero hablo a los que dicen CREER A JESUCRISTO, le siguen y refieren amarle... Conocen que puede Él manifestarse como hizo con Pablo, y como ha hecho con muchos otros después...

...Vemos en nuestro tiempo también los signos de anticristo, que el evangelista proclama, y en ello cabe unir lo que se avisó y está escrito, con lo que ahora Cristo pronuncia, y escribo, porque es su Palabra, y en ella se inserta su PROMESA como su  ACCIÓN (Los cumplimientos que nos alcanzan).

Lo que digo, NO LO DIGO YO. Lo que sucede y suceda, sí lo aviso, por la fe en Cristo Jesús, porque Él atestigua que esos hechos tendrán cumplimiento, y nos acaparan ya. 
Como daba Él las razones del Padre -sin que le creyeran- y afirmaba con certeza "su juicio", porque no estaba solo, sino que el Padre estaba con él, y realizaba con sus obras, la acreditación necesaria para el Hijo, así yo NO ESTOY SOLA, y sé que cuanto estoy diciendo, tendrá cumplimiento en Él, para que todos vean su Presencia y conozcan que es verdad cuanto he dicho.

El hecho de que tenga que embarazarme en tantas explicaciones lo define muy bien el evangelista al decir:

"Han surgido de entre nosotros, pero no eran de los nuestros, hubieran permanecido con nosotros; pero ha sucedido esto para que se manifieste que todos estos no eran de los nuestros."         (1Jn. 2, 19)


Esta es la realidad a la que no quisera referirme, ni poner evidencia; pero por desgracia, así sucede. Los hay "dentro", consagrados, que admiten tener fe en Cristo y amarle, pero de lo único que dejan constancia es de su RECHAZO a Él en estos momentos. 
Por manifestarme su desdén, a Él LO DESDEÑAN; por dejarme en desamparo de su escucha, es ante él que CIERRAN SUS OÍDOS. Para manifestarse ante mi como quienes saben mejor lo que hacen, muestran sus esfuerzos, yendo por caminos de "hombres" y por "razones que brotan tan sólo de la razón humana" porque están desestimando LA REVELACIÓN que les concede Cristo, es decir: lo divino.

Y, en fin, por mantener a ultranza la fe que tienen en sí mismos, dejan de lado todos LOS AVISOS y prevenciones que Cristo les hace sobre EL DESASTRE que se aproxima, porque no cambian. (1Jn. 2, 20-25)


Un desastre, que hará reo de igual modo a todo el pueblo, por cuanto no se han convertido. Cierto es que los jefes de la Iglesia no les han avisado, ni se han dispuesto con presteza a ejecutar los mandatos del Señor, por lo cual se hacen culpables y anticristo. Lo son, aunque pronuncien su Nombre, y en su Nombre vayan o digan, porque están rechanzado al Espíritu Santo, que les está enviando: su don.


Pero también es cierto como dice la Escritura: "El pueblo se sentó a comer y a beber". Y este pueblo se ha desconectado mucho de su ser y de su razón, de todo cuanto queda configurado a la fe que dice tener. No honra al Señor como corresponde, y obra respecto a estas Noticia últimas, como los consagrados, eligiendo la opción de "no creer", cuando alguna ocasión les he dado.


El Señor los juzgará según le han respondido. Y no bastará con que esgriman que han creído en "lo ALFA", aquí lo que han hecho es aprender (Ver artículos anteriores del blog), porque lo que realmente es FE, y es con la que los está probando ahora, es por el modo en como están respondiendo y creyendo en su Palabra última, la que me entrega, para que yo la haga llegar a su pueblo.


Como el evangelista señala: "hubieran permanecido con nosotros, pero ha sucedido esto para que se manifieste que todos estos no eran de los nuestros."

Evidentemente, S. Juan describe una partición, que tiene lugar entre los que eran hermanos, y se hallaban unidos en la fe. Parecían ser fieles, "han surgido entre nosotros" -dice- "pero no eran de los nuestros".


También AHORA, a muchos les puede parecer que soy yo la que me retiro de lo general, porque la mayoría sigue la instrucción de los que no ven a Cristo, y prosiguen, rompiendo y separando a CRISTO de sí mismo. Porque no hay dos Cristos, ni puede Cristo estar en confrontación consigo. 

De modo que lo que hacen los que permanecen como siempre, es situarse en "lo ALFA", ignorando "lo OMEGA", sin bien ambos son extremos del mismo cordel, y en tal caso, al elegir un extremo, desprendiéndose del otro, fraccionan y rompen, lo que Cristo desea UNIDO A SÍ.


" Ahora hijos míos, permaneced unidos a Cristo, para que cuando él venga, podamos sentirnos seguros y no nos avergoncemos de encontrarnos  lejos de él en su venida. Si sabeís que él es justo, reconoced también que el que practica la justicia ha nacido de él."    (1Jn. 2, 28-29)


Operan en ello, según se explica  en el blog, Artº: "AÑO SACERDOTAL"
No voy a abundar en estos detalles, porque será Cristo, quien apartará de la vid a los sarmientos que de Él se retiran.


Pero, pues hablo de lo que vendrá a suceder, está escrito que harán guerra a Cristo en los últimos tiempos "los falsos profetas". Y en peor modo -porque cumplirá las profecías de Daniel, que aseguró Cristo- el falso profeta, que será servidor de la Bestia y por ello, anticristo. (1Tim. 4) y (2 Ped. 1-2)


Por sólo conocer que nos hallamos en los tiempos últimos, y que anunciando el Señor su Segunda Venida, estamos próximos a estos cumplimientos, los que en verdad lo aman, habrían de acoger su Palabra que ahora les da a conocer y no retirarse, porque al hacerlo, le hacen el juego a "los falsos profetas", de cuya actividad se derivará la llegada del que será peor en todo extremo. Pero estas cosas ya estaban escritas, yo tan sólo las repito, según lo que Cristo me manifiesta.

Añade el evangelista:


"Queridos míos desde ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal y como él es. El que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro. Pero el que peca se enfrenta a la ley, pues el pecado es el quebrantamiento de la ley. Y sabéis que él se ha manifestado para quitar los pecados, y que no hay pecado en él. el que permanece en él, no peca; el que peca, ni le ha visto, ni le ha conocido."
(1Jn. 3, 2-6)


Cierta es la filiación que tenemos, por el bautismo, pero como el evangelista describe, el creyente habrá de entrar en un progreso mayor, y tal que le permita ver a quien es objeto de su fe.


Andamos cerca de culminar lo iniciado, y ya Cristo se ha manifestado, Él sí, para darnos a conocer "lo que seremos", por lo cual nos hallamos ya próximos a la manifestación de sus dones en nosotros. Y como el evangelista dice, quienes aspiran a esta gloria, han de purificarse, para ser dignos de Él; porque "lo impuro" no puede hallarse junto a "Quien sí es puro".


Esto nos sitúa de nuevo en el punto que tanto repito, porque deviene exigencia: LA CONVERSIÓN. 

Que yo proclame esto, debe hacer pensar al lector, que la exigencia no brota de mí, pues en nada puedo obligar, ni es mi cometido; y lo más lo que hago es persuadir el ánimo del que cree.


Es Cristo quien SOLICITA al fiel, esta condición, que purifica su alma y lo sitúa ante Él como digno de contemplarle. Porque el Señor se dejará ver por los que lo aman y han creído en Él; los que han obedecido sus instancias, con arrepentimiento profundo por el cual modifican su actitud, regresando del mundo, y aproximándose a donde Cristo desea situarlos, y los llama.


El creyente convertido, dócil a la voluntad del Señor, verá la manifestación gloriosa que pone ante sí, y por la que le inviste para entrar en el Reino. Esta es la manifestación que aún no hemos contemplado, pero que ya podemos tocar, de tan cerca... (Ver en el blog: "VISIONES PROFÉTICAS: AVISOS...)


Dice S. Pablo:


"Hermanos, os digo que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni lo corruptible heredará lo incorruptible. Ahora os voy a declarar un misterio: no todos moriremos, pero todos seremos transformados." "Porque esto corruptible ha de vestirse de incorruptibilidad y esto mortal de inmortalidad. Cuando esto corruptible se vista de incorruptibilidad y esto mortal de inmortalidad, entonces se cumplirá lo que dice la Escritura: la muerte ha sido destruída por la victoria. ¿Dónde está muerte, tu victoria? ¿Dónde está muerte tu aguijón venenoso? El aguijón de la muerte es el pecado".             (1Cor. 15,50-56)


Con claridad adamantina, S. Pablo delimita las dos vidas que nos tienen; la una corruptible y la otra incorruptible. La transformación que el Señor nos solicita nos hace mirar hacia la incorruptibilidad, de manera que "lo mortal" que nos ciñe, se convierta en inmortal.


Esto creo que todos lo entienden, si bien no lo practican, siendo que muchos sucumben por el aguijón que describe el apóstol. Mas es ahí, en el vencimiento del daño que impone la muerte, donde Cristo obtiene la victoria. Apartado el pecado, la muerte ya nada puede hacer.


Muchos, tal vez demasiados, consideran que es tras la muerte física, como se logra esta victoria. Yerran. El trabajo hemos de hacerlo aquí, en esta vida, desde lo efímero, desde el límite, en la briega de lo obligado por los hombres y lo obligado por Dios. Es aquí dónde el crisol que nos purifica puede ejercer la virtud, por encima de la inconveniencia o de la "sin razón". 


El creyente habría de mirar que desde que elige seguir a Jesucristo, se hace soldado y está lidiando un combate tenaz, en donde el premio, es la conquista de su vida incorruptible, que podrá situar al lado de Quien ama. 
Esta conquista le fuerza a elegir de continuo; a no dormir, sino a velar; a ser solidario con los otros que desean alcanzar lo mismo; y con los que ni siquieran contemplan el resplandor del Señor, para que lo alcancen.
El creyente ha de ser esforzado y acrecer cada día sus ganancias, recibir los talentos y multiplicarlos. Ha de dirimir constante, en las corrientes de la vida, para orientarse a la virtud, en desasimiento de los vicios y pecados, que puedan esclavizar su espíritu. La aspiración a la perfección ha de ser una constante. 
¿Por qué..?

Porque es un mandato del Señor: "Sed perfectos, como vuestro Padre Celestial es perfecto."

Hoy se ha condescendido tanto en este asunto que ya la Iglesia no habla de perfección. Trata por contrario de disculpar los errores, en un ejercicio mal entendido de misericordia, semejante al que realizan las madres que malcrían  sus vástagos. Confunden "amarlos" con "permitirles", y ESO NO ES AMOR y no lo proporciona.

S. Pablo nos explica sabiamente:

"Todo me está permitido, pero no todo me es conveniente" 

Esta es la realidad. El ejercicio mental continuo que habría de ejercer el fiel, y hacer pensar a los que suben y son más imperfectos. Negar los "bienes" de esta tierra, puede parecer un despropósito, un fundamentalismo (ahora acusan así, con este epíteto, lo indeseado), y llega a constituir un daño, si se realiza por capricho o por arbitrariedad, como suelen los tiranos, los despotas, dictadores, los malvados todos, que privan a los seres de lo necesario, según sus arbritios.

Mas el seguidor de Cristo, habrá de mutilar él mismo su carne, de todos cuantos condicionamientos establezca el pecado. Deberá renunciar a todo aquello que mancha o contamina; que lo transforma a lo estéril; a lo impuro, o lo corrompe. Es un dictado que no puede imponer NADIE, sino que ha de brotar desde el ser mismo, que se inmola por Jesucristo, en modo incruento, sobre el ara del AMOR, y en ello acoge verdaderamente su cruz. 
Por esta razón le oimos clamar:

"El que odia su vida en este mundo, la encontrará; el que pierda su vida por mi, la ganará."

AHORA está más cerca el triunfo sobre la muerte, y la ganancia está ya despuntando como un alba precisa. YA LLEGA EL SEÑOR, ya viene la salvación a nuestro encuentro, y hemos todos, de saber recibirla, de revestirnos con las galas de incorruptibilidad, que el Señor desea que tengamos puestas, en ese momento.

Es LA ÚLTIMA OPORTUNIDAD. Cristo ya vino una vez, y AHORA REGRESA DE NUEVO. Si no estamos dispuestos a Él, cuando este magno acontecimiento suceda, habremos perdido por abandono de nosotros mismos, por dejadez de todo cuanto quiso Él inculcarnos, desde el principio, la gloria que nos estaba destinada en sus designios.
Creo que vale la pena meditarlo. 

Con la voz del evangelista termino:

"Queridos míos, si nuestra conciencia no nos acusa, podemos estar tranquilos ante él. Todo lo que pidamos, él nos lo concederá porque guardamos sus mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Este es el mandamiento que creamos en el nombre de su Hijo Jesucristo y que nos amemos los unos a los otros, según el mandamiento que nos ha dado. El que guarda sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él. Por eso conocemos que él permanece en nosotros por el Espíritu dado."  (1Jn. 3, 21-24)

Miremos responder a nuestro corazón desde las palabras de S. Juan, según los momentos que vivimos, nuestro presente, y todo cuanto es NUEVO y Cristo nos está anunciando.
¿No nos acusa nuestra conciencia? Si ello es así, será porque le estamos correspondiendo, y le obedecemos en sus últimos dictados. De lo contrario será que la tenemos dormida, dejada caer en lo muelle de la vida terrena; absorta en los logros o merecimientos que nos colman, y nos privan de dar razón a LA RAZÓN que esgrime Jesucristo Presentándose.

Si no lo sabíamos, ya no podemos justificarnos, porque se nos está diciendo y hará Él llegar esta voz por doquier, a cuantos estén interesados. El momento de RESPONDERLE es este que se está escribiendo ante nuestros ojos. En vano tratarán muchos de oscurecerlo, como de ignorarlo. Porque está escrito:

"La Luz luce en las tinieblas y las tinieblas no la sofocaron."


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