domingo, 25 de abril de 2010

Una mirada a los hombres de nuestro tiempo

No soy la única que entra a definir la dispersión que los hombres y mujeres de nuestro tiempo muestran, por más que tal vez en su interno no la tienen. Quiero pensar que es la unidireccionalidad moderna la que los asemeja a clones en sus comportamientos y esterotipos, cuando dentro de sí, querrían cambiar muchas cosas y se hacen preguntas para las que no hallan respuesta. Lo cierto es que tengo la sensación de que esta "generación" exhibe de sí la sombra sólo de lo que constituye su potencial inmenso.

tribuna de entrada

Empezar a hablar para muchos, requiere redimensionar la voz y sobretodo la palabra; en mayor modo porque es prestada. Porque quien desde aquí habla, realiza un encargo que Otro le pide y no puede representarse, sino representar a quien le envía.
Es tarea difícil que no sé si sabré acometer, aunque lo intento con todas mis ganas. Hablo pues, de parte de Jesucristo, el que es veraz, fiel, justo. Digo estas cosas a todos, especialmente a las iglesias que aguardan en él. Los momentos que nos ciñen son decisivos y requiere él, a su pueblo santo. A todos cuantos tienen oídos y oyen su Palabra.
Mucho puedo decir, pero quiero ir pulsando poco a poco las cuerdas de vuestros corazones, para que sin dejar de latir un solo instante, se detengan en el tiempo, en esta etapa difícil y única que circunscribe a esta humanidad a enfrentarse consigo misma, porque estamos en los tiempos definitivos.
Me presentaré como persona católica, que conoce lo que está diciendo y conoce a Uno que me envía a decirlo. He hablado de todo esto donde corresponde según mi fe, pero la respuesta es más lenta que los acontecimientos que ya se ciernen. Si bien no temáis; no es hora de temer, sino de responder a esta voluntad que nos está interpelando